Angie Saraith Meza Luján fue testigo de cómo la pandemia no solo afectó la salud de su familia y de miles de peruanos, sino también incrementó la contaminación en el país. Percibió el aumento de desechos peligrosos y contaminantes, como mascarillas y guantes de goma, y quiso ser una agente de cambio. Empezó desde casa, separando estos residuos en diferentes tachos. Ahora, la estudiante de Ingeniería Agroindustrial acaba de ser seleccionada como una de las ‘Jóvenes Ambientales del Bicentenario’ del Programa de Voluntariado del Ministerio del Ambiente. Su meta es tener un Perú más limpio y menos contaminado.
La talento, quien cursa el octavo ciclo de su carrera en la Universidad Nacional Federico Villareal (UNFV), forma parte de los 500 participantes voluntarios de 26 regiones del país y fomentarán la protección del medioambiente y el aprovechamiento sostenible de recursos naturales mediante videos, infografías, tutoriales y retos en Facebook, Instagram y LinkedIn, en el marco de los 200 años de nuestra independencia. Además, participará virtualmente en un plan de capacitación sobre la historia ambiental del Perú.
“Una de mis propuestas es la concientización en los hogares para tener tachos diferenciados y cada residuo vaya en su lugar. Hoy usamos mascarillas y al momento de desecharlas se combinan con otros residuos orgánicos y otros reciclables. Eso genera una biocontaminación, haciendo que ya no se puedan reciclar los plásticos, latas y cartones”, asegura Angie, quien es beneficiaria del Crédito Continuidad de Estudios del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
*Ganó concurso de ecoeficiencia*
En las aulas universitarias, la hija de papás comerciantes de Mesa Redonda cultivó su interés por las iniciativas verdes y ecológicas. El año pasado obtuvo el primer lugar en el concurso de confección de bolsas de tela reciclada, organizado por el Comité de Ecoeficiencia de la UNFV. Ella confeccionó una bolsa reciclada hecha íntegramente a mano con prendas usadas, como jeans y polos viejos.
“Este premio fue un incentivo para mí, porque pasó justo después de que mi familia se contagiara de coronavirus. Fue un escape para liberarme de esos problemas”, dijo. La primera en infectarse fue su mamá Doris (49), natural de La Libertad, quien trabaja vendiendo accesorios para celulares y computadoras. A Pedro (51), su papá, un huancavelicano dedicado también al negocio en el mismo rubro, el virus lo atacó con más fuerza y lo mantuvo 16 días postrado en la cama de un hospital, pero pudo salir victorioso. “A mí felizmente me dio leve. Tuve síntomas de gripe”, añade Angie.